Si tienes hijos y has intentado echarles crema solar sin acabar tú embadurnada hasta las cejas, sabes que esto no va solo de filtros y fotoprotección. Es una batalla campal. Pero más allá del caos de la aplicación, lo importante es saber qué demonios les estamos poniendo en la piel.
Porque no, no todas las cremas solares para niños son iguales. Y sí, hay ingredientes que dan más miedo que una insolación a las 3 de la tarde en agosto.

Primero, esto: la piel de los niños no tiene nada que ver con la nuestra. Es más fina, más sensible y más vulnerable. Eso significa que los filtros solares que nos van bien a los adultos pueden resultar demasiado agresivos para ellos. Y aún así, hay marcas que usan los mismos ingredientes para toda la familia. Error.
Por eso, para peques de verdad (sobre todo menores de 3 años), lo ideal son los filtros minerales. Óxido de zinc, dióxido de titanio… esos dos nombres que suenan a laboratorio pero que, irónicamente, son los más suaves y fiables. Actúan como un escudo físico: reflejan la luz solar en lugar de absorberla, y lo hacen sin colarse por los poros.
¿Desventaja? A veces dejan un rastro blanco. ¿Ventaja? No les irrita la piel, no huelen a perfume de avión y no hacen llorar si se acercan a los ojos. Ya con eso, ganan puntos.
¿Mineral o químico? La eterna pelea cuando elegimos cremas solares para niños
Los filtros químicos tienen mala fama, pero no todos son el demonio. Algunos están más que testados y, en dosis adecuadas, pueden ser perfectamente seguros. Eso sí, si vas a usarlos con niños, elige fórmulas pensadas para ellos: sin oxibenzona, sin octinoxato, sin esas palabrotas impronunciables que aparecen en los informes sobre disruptores hormonales.
Y si puedes evitar perfumes y conservantes innecesarios, mejor todavía. Cuanto más corta sea la lista de ingredientes, menos sorpresas.

El truco no está solo en qué crema eliges, sino en cómo la usas
¿Sabes qué? Muchas veces, la crema falla no por la fórmula, sino por cómo la usamos. Muy poca cantidad, aplicación con prisas, olvido de reaplicar… Eso, más que la marca, es lo que acaba en quemaduras, quejas y niños que parecen gambas.
Para que funcione:
- Hay que usar mucha. No una gotita. Una cucharada para cuerpo entero, mínimo.
- Aplicarla 20-30 minutos antes de salir.
- Reaplicar cada 2 horas, aunque diga “resistente al agua”.
- Y sí, también en días nublados. La radiación no se va de vacaciones.
¿Y los sprays? ¿Mejor o peor?
Los sprays parecen inventados por alguien que ha intentado ponerle crema a un niño de dos años con vida propia. Pero ojo: aunque son muy cómodos, tienen sus «peros». Se dispersan más, cuesta saber si has cubierto toda la piel… y no es buena idea rociarlos directamente en la cara. Mejor: pulveriza en la mano, y luego al niño.
En cambio, las cremas dan más control y suelen tener fórmulas más seguras para los más pequeños. Si son muy pastosas, prueba a calentarlas un poco entre las manos antes de aplicarlas.
Marcas que sí, marcas que no
No te voy a soltar una lista eterna aquí (para eso ya tienes nuestras guías), pero te doy una pista rápida: si en la parte trasera ves más de tres nombres químicos impronunciables seguidos, probablemente no sea para niños.
Busca fórmulas específicas para ellos, sin alcohol, sin fragancias fuertes y con certificados dermatológicos de verdad (no solo el típico “dermatológicamente testado” que no dice nada).
Y si el bote pone “bebés” pero luego tiene un SPF 20… sospecha. Para niños, el mínimo es SPF 50. Siempre.
Una última cosa: no les tengamos miedo al sol
El sol no es el enemigo. Lo necesitamos. Pero hay que aprender a convivir con él. Que tus hijos puedan jugar al aire libre sin terminar como langostinos no debería ser una odisea. Es solo cuestión de elegir bien, aplicar con cariño (o con velocidad ninja, según el día) y enseñarles que cuidarse la piel también es quererse un poquito.

¿Y ahora qué? Pues lo difícil: elegir
Vale, ya sabes lo básico. Y ahora toca enfrentarse al pasillo del supermercado o a la búsqueda en Amazon con cara de “¿y ahora cuál compro?”.
Para ponértelo un poco más fácil, aquí abajo te dejo una selección de cremas solares que sí merecen la pena. No porque las marcas me paguen (ojalá), sino porque tienen buena formulación, no incluyen ingredientes problemáticos y, lo más importante, funcionan de verdad en niños. Algunas son minerales, otras químicas (de las buenas), y todas están pensadas para no fastidiarte el verano.
Después de probar unas cuantas y mirar etiquetas como si fueran exámenes de química, estas son las cremas solares para niños que realmente me han convencido. No solo protegen bien, sino que no provocan lloros, escozores ni esa sensación de estar embadurnando a tu criatura en cemento blanco.
La de Laboratorios Biarritz es de las que se nota que están bien hechas. Es mineral, con dióxido de titanio, y está pensada justo para la piel delicada de los niños. No tiene perfume, ni cosas que no deberían estar ahí, y aun siendo mineral, se aplica bastante bien. No es de esas que te dejan al niño blanco como un mimo. Protege de verdad, no se escurre con el sudor y no le ha dado ni una reacción.
Luego está Badger Baby, que no es la más fluida del mundo pero lo compensa con una fórmula totalmente natural. Huele suave a manzanilla (de la buena, no de la empalagosa), y está hecha con ingredientes que, sinceramente, dan gusto. Eso sí, hay que tener un poco de paciencia al aplicarla. Si buscas algo muy muy respetuoso con la piel, esta va genial.
Thinkbaby también entra en mi lista porque protege con un 20% de óxido de zinc, se aplica sin demasiada guerra y además hidrata. Tiene SPF 50+ y aguanta bien en la piscina. Lo mejor es que no deja sensación grasa ni olor raro, y eso en verano se agradece.
Si tu hija tiene piel atópica o se irrita con solo mirarla —como la mía, que algunos días parece que cualquier cosa le molesta—, esta crema de E’LIFIXIR ha sido un descubrimiento. No tiene perfumes, ni siliconas, ni ingredientes raros. Solo cosas que cuidan, calman y protegen. Lleva óxido de zinc y dióxido de titanio, que son los que funcionan sin meterse demasiado en la piel, y además ingredientes como el bisabolol y el agua frutal de granada que suavizan un montón. Cuesta un poco extenderla, eso sí, pero una vez puesta, sé que su piel va a estar bien. Y eso, sinceramente, no tiene precio, bueno si, un precio estupendo.
Y por último, Bariesun de Uriage, que ha sido una sorpresa. Es mineral, pero con una textura ligera que se extiende sin problema. No lleva perfumes ni conservantes, y además está enriquecida con vitaminas C y E, y agua termal. No le ha dado reacción nunca, y eso que la usamos también después de un día de piscina o cuando tiene la piel más sensible. Se nota que está pensada para niños que necesitan protección seria sin comprometer la suavidad.
A mí me han funcionado. Y si con eso evito una sola quemadura o una reacción en la piel de mi hija, ya valen la pena.
Si quieres ver en detalle cada una, con ingredientes, precios y enlaces, te dejo aquí la guía completa donde las analizo una por una.
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